No hay que pedir perdón a nadie ni sentirse mal
con uno mismo por preferir quedarse leyendo un libro en casa en lugar de salir
de copas, por escoger un paseo por el parque o la playa antes que pasear por una calle
comercial en hora punta. ¿Por qué no reivindicar la introversión? ¿Por qué los introvertidos no
pueden ser excelentes tal cual? ¿Por qué deberían esforzarse en cambiar esa
forma de ser? ¿Por qué pensar que necesariamente algo está o va mal? ¿Por qué
negarse en lugar de aceptarse? ¿No puede considerarse eso una pérdida?
La imposición de la extraversión
Extraversión e introversión son
dos dimensiones que se han relacionado a como se responde a la estimulación.
Mientras que en la extraversión se puede decir que se ansía estimulación y se
busca tener muchos estímulos alrededor, las personas introvertidas se sienten
mejor cuando están en ambientes más tranquilos, con menos estimulación, no
necesitando de tantos estímulos externos para sentirse bien. En cualquier caso,
estas dos formas de ser y funcionar no tendrían porque ser entendidas como
siendo una mejor que la otra, sino simplemente como formas diferentes. Pero,
¿es siempre esto así?
Parece evidente que nuestro
mundo actual de las llamadas sociedades occidentales, ha tomado partido
decididamente a favor de la extraversión. En un muy poco tiempo, en términos
evolutivos, se ha pasado de una economía agrícola a un mundo presidido por los
grandes negocios, de vivir en aldeas o pueblos pequeños a vivir en grandes
ciudades, de trabajar al lado de las personas que se conocían de toda la vida a
tener que relacionarse con gran asiduidad con multitud de personas extrañas. El
valor de la soledad, del silencio, de los retiros de la vida mundana, cantados como algo loable y beneficioso, es
algo que pertenece preferentemente a
otras épocas o a otras culturas.
En estos nuevos escenarios,
características como el magnetismo personal y el carisma, se han convertido,
casi de repente, en cualidades muy deseadas, valoradas, apreciadas,
importantes.
Estos entornos, en los que el
aparentar se considera a menudo más importante que el ser, la imagen personal
que se proyecta puede ser más valorada que el fondo, la acción prima sobre la
reflexión y la contemplación, el ruido predomina sobre el silencio, la fiesta
se impone al recogimiento, la diversión
está del lado del bullicio, donde tener muchos amigos y una agenda repleta de
actividades sociales se entiende como un indicador de éxito, en los que existe
un importante culto a la “personalidad”, tal como se la entiende
coloquialmente, donde se invierten grandes cantidades de recursos de todo tipo
en agradar y gustar a los demás, son un medio excelente para las personas
extravertidas, pero sólo para ellas.
Vivir, por ejemplo, en una
ciudad, implica estar expuesto a aglomeraciones frecuentes, con muy escasas
distancias físicas entre personas (por ejemplo en el transporte público,
ascensores, centros comerciales en horas punta….). En el cine, discotecas,
bares, tiendas de ropa, suelen predominar las cantidades elevadas de
decibelios. El bombardeo de estímulos, especialmente visuales y auditivos, es
constante, algo que será celebrado por una persona extravertida, pero que puede
resultar abrumador para una que sea introvertida.
En su libro El poder de los introvertidos, Susan Cain señala que “nuestras instituciones más importantes, las
escuelas, los lugares de trabajo, están diseñadas principalmente para los
extravertidos y sus grandes necesidades de estimulación”. En los lugares de
trabajo, por ejemplo, se ven a menudo oficinas diseñadas de modo abierto, sin
paredes que separen a unas personas de otras, que por ello están expuestas durante
todo el tiempo al ruido y a la mirada constante de los compañeros. Muchos
trabajos en la actualidad exigen tener lo que llamamos don de gentes. Atender a
otras personas, vender productos, hablar en público…. cosas que se les suelen
dar muy bien a las personas extravertidas, pero de nuevo, sólo a ellas. En las
escuelas se trabaja a menudo en grupo, algo sin duda importante, pero ese no va
a ser el modo de trabajo preferido para un niño que sea introvertido. En no
pocas ocasiones se colocan las mesas en las aulas de modo que los niños se
encuentran sentados de frente, algo que tiene sin duda sus aspectos positivos,
pero que puede resultar abrumador y no aconsejable para el rendimiento de un
niño introvertido.
Pero además de todo ello, se
puede observar una extraordinaria presión para que todo el mundo encaje en ese
molde, en ese formato, para que exista
una determinada uniformidad, para que no haya díscolos ni aristas.
Los niños introvertidos pueden
sentir desde muy temprano presiones de diferentes tipos e intensidades para ser
más extravertidos.
Aquí, una persona introvertida
corre un serio riesgo de poder ser etiquetada con bastante rapidez y ligereza
como un “bicho raro”, un inadaptado o algo por el estilo. Su propia forma de
ser puede ser rechazada y entonces ser vivida por la misma persona como si
fuese un problema, como una carencia o una discapacidad, algo que en ningún
caso es así. Culpabilidad, vergüenza, baja autoestima, dudas, inseguridad, rechazo, entre otras cosas
desagradables, pueden entonces hacer acto de presencia, con todo el malestar
que conllevan asociado. Convertir algo completamente normal en un problema
puede dar lugar a mucho sufrimiento. Los elogios a la introversión pueden ser
recibidos como un gran alivio por todos aquellos que han estado considerando,
quizás durante toda su vida y sin ninguna razón objetivable, que algo no andaba
bien en ellos.
La soledad, la intimidad,
aislarse de vez en cuando, suele ser una necesidad para todo el mundo en alguna
medida, pero más para las personas introvertidas. Sólo queda respetarla y
satisfacerla. Estar en soledad para muchas personas puede no sólo ser un
problema, sino su forma predilecta de estar.
Las personas introvertidas
suelen gustar mucho de estar en contacto con la naturaleza. Es un medio que se
acomoda muy bien a los niveles de estimulación en los que se encuentran
cómodas.
Las ventajas de la introversión
Las personas extravertidas
tienden a poseer cualidades como carpe diem, ves a por ello, que no te
paralicen los riesgos… que pueden ser muy positivas y que explican que se los
valore tanto. El problema surge cuando no se atiende en igual medida las
cualidades de las personas introvertidas, aquellas que dicen “bueno, un
momento, vamos a mirar todos los ángulos, tomémonos nuestro tiempo, no nos
precipitemos…”. Ellas tienden a ser más prudentes y mucho menos propensas a
tomar riesgos excesivos. ¿No es esto una
ventaja en muchas situaciones? Las personas con tendencia a la introversión
tienden a pensar antes de actuar, a planear las cosas por anticipado, a ser
previsoras, a no actuar llevadas por impulsos, incurriendo en menos conductas
de riesgo, a no hacer comentarios inadecuados, son observadoras y poseen una
gran sensibilidad, lo que les permite darse cuenta de los problemas de quienes
los rodean, siendo comprensivas y respetuosas, escuchan más a las personas con
las que hablan, suelen ser personas más creativas, calmadas y modestas,
profundizan en sus pensamientos, maduran sus ideas, reflexionan sobre sus
convicciones y creencias, y por lo tanto no tienen que estar sujetos a la
opinión general. ¿No se pueden considerar todo ello buenas cualidades?
Se ha puesto, por ejemplo, mucho
énfasis en la capacidad de liderazgo de las personas extravertidas pero, una
vez más, suele adoptarse una visión sesgada de la cuestión. Hay contextos en
los que las personas introvertidas pueden liderar de manera más eficiente. Por
ejemplo, la introversión puede resultar favorable para liderar a personas con
iniciativa, mientras que la extraversión es preferible para liderar a personas
más pasivas y obedientes. Revisando la historia podemos encontrar muchos
ejemplos de líderes introvertidos. Eleanor Roosevelt, Mahatma Gandhi y Charles
Darwin se han citado entre ellos.
Una cuestión importante en
relación a la introversión, es distinguirla de la timidez. Mientras que esta
última está relacionada a tener pocos amigos o relaciones personales a causa
del miedo y el temor al contacto social, en la introversión se tienen pocas
relaciones personales porque se elige que sea así, no porque exista miedo al
contacto social.
Las personas introvertidas pueden tener buenas relaciones
personales, si bien suelen ser poco numerosas, es decir, pueden disponer de una
buena competencia social, siendo capaces de establecer relaciones sociales
satisfactorias.
Simplemente tendrían pocas porque no desean tener más.
Estarían más orientadas hacia su
mundo interior, sin sentir incomodidad o molestarse por pasar tiempo solas.
Entonces, puede haber personas introvertidas que sean tímidas, pero en ningún
caso eso siempre tiene que ser así.
Es probable que culturalmente
sea necesario un mayor equilibrio a la hora de considerar esas dos formas de
estar en el mundo. Una suerte de yin-yang entre estos dos tipos. Se necesitan
ambos modelos, no es que uno sea mejor que otro, es que uno ha sido
sobreestimado en detrimento del otro.
Dar mayor libertad a las personas
introvertidas para que sean ellas mismas, tolerarlas mejor, en definitiva,
dejarlas en paz siendo como son, puede ser visto como una estrategia en la que
todo el mundo sale ganando, un juego de victoria-victoria.
TRATANDO
CON PERSONAS INTROVERTIDAS
Algunas
consideraciones pueden ser de interés a la hora de tratar con personas
introvertidas atendiendo a sus características, sin perder nunca de vista que
estamos hablando de generalidades. Entre ellas:
Respetar la
necesidad de privacidad
Dejar espacios, proteger la intimidad, pedir
permiso.
No poner nunca en
aprietos en público
Un exceso de estimulación puede conducir al bloqueo.
Dejar primero
observar en las situaciones nuevas
Para que haya tiempo de ir asimilando los nuevos
estímulos
Dar tiempo para
pensar
No pedirles respuestas instantáneas.
No interrumpir
Ni generar sobresaltos, ni grandes sorpresas
bulliciosas.
Criticar en
privacidad
Importante para todo el mundo, pero en particular en
caso de personas introvertidas dada su sensibilidad. También es probable que
saquen mayor provecho cuando se les enseña nuevas habilidades y conocimientos
en privado.
No presionar para
que tengan muchos amigos
La calidad importa mucho más que la cantidad.
Respetar su introversión
No tratar de cambiar nada y querer convertirlas en
extravertidas.
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