Cuando una sociedad ha estado tomada por el mal, cuando la mentira se ha institucionalizado, cuando médicos, jueces, periodistas, cuerpos de seguridad, se han convertido en cómplices de la farsa, ¿qué se puede hacer? Para aquellos que ya han tomado consciencia, esta es la pregunta clave.
Partiendo de la base de que no hay recetas mágicas, lo propuesto es a modo de sugerencia.
Entendemos que los problemas no se pueden resolver con recursos que se encuentran en el mismo nivel de aquello que los provoca.
El reto, el salto, es cambiar de dimensión a nivel individual. Trascender la dimensión mental y acceder a la dimensión espiritual, porque lo que es seguro es que en aquella no vamos a disponer de lo necesario para afrontar este embate.
Sólo contemplando una manera radicalmente diferente de vivir podemos salir de esta madriguera en la que, de manera diáfana, se ha convertido el mundo oficial.
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