El problema radical, como yo lo entiendo, es que la gente viene siendo desanimada (desprovista de ánima), vaciada, desarraigada de su propia identidad, desquiciada (sacada de su quicio), desorientada, desconectada, desnaturalizada, sistemáticamente desde la cuna. En conseguir y mantener esto se centra la agenda de muchas maneras diferentes, utilizando una programación insidiosa e incesante a todos los niveles.
Cuando esto sucede quedas debilitado, confuso, miedoso, estresado, vulnerable, sin brújula, vacío, manipulable, a merced de cualquiera y de cualquier cosa, viviendo siempre en modo defensa, en clave de pura supervivencia. La ignorancia, el miedo y el sufrimiento rigen una existencia empobrecida.
Se trata entonces de fortalecer el propio sistema inmunológico espiritual, retornar a lo más profundo, reconectar con lo que somos, volver a casa, descansar en el Ser.
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